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Casos insólitos

Casos insólitos

UN HOMBRE MUERDE A UN COCODRILO Y SALVA LA VIDA.

Lo que parecía terminar en tragedia se resolvió de la manera más insólita. Un hombre fue atacado por un cocodrilo mientras se bañaba en el norte de la Republica de Malawi (África). Este hombre lejos de ponerse nervioso y caer derrotado consiguió salvarse mordiéndole al reptil en el morro. El agente Bob Mtekama, no salía del asombro cuando acudió al lugar y observó que el animal prácticamente ya se había tragado por los brazos al empresario Mac Bosco Chawinga, que así se llamaba el sujeto, y que no se le ocurrió otra cosa viéndose desesperado que morderle al cocodrilo en el morro con todas sus fuerzas, por lo visto es el punto flaco de estos animales, el cocodrilo soltó su presa y el hombre pudo salvar la vida, aunque sufrió heridas muy graves.

Este hombre aparte de que se ve que conocía perfectamente la debilidad de los cocodrilos, su dentadura era mucho más feroz que la de el animal en cuestión.
  

MIRA AL SOL DURANTE HORAS SIN PARPADEAR.

Un hombre de veinticuatro años del estado de Assam (nordeste de la India), es capaz de mirar fijamente al sol durante varias horas sin parpadear. Los especialistas señalan que cualquier persona que expone los ojos directamente al sol durante noventa segundos, sufre quemaduras y daños en la retina que pueden ser irreparables.

Pero este individuo llamado Dimbeswar Basumatary, no siente quemadura ni irritación alguna. Este joven pretendía entrar en el libro Guinness de los Récords pero no pudo porque la organización no acepto el reto al considerarlo una prueba muy peligrosa.

Lo más gracioso de este individuo sería que tuviera que utilizar gafas para hacer vida normal, con las barbaridades que hace con sus ojos. Muchos mendas como este, y los fabricantes de gafas de sol iban a la ruina en picado.

Para nada, para nada

Para nada, para nada

Dicen que la lengua española es una de las más ricas y lamentamos cuánta pobreza algunos exhiben de ella.

No sé hasta dónde los profesores de lengua materna coinciden con nosotros, pero no hay dudas de que mucha gente se comunica con un reducido número de vocablos.

Eso, pienso yo, quizás justifique porqué prenden en el leguaje diario tantos giros de pobre factura, frases manidas y combinaciones de palabras con un sentido hueco, porque nada aportan.

¿Qué me dicen del “Para nada, para nada”. Frase de moda, no hay entrevistado que ante cualquier pregunta enseguida responda “para nada, para nada”.

Con esa festinada forma de contestar, no dudo que alguno(na) a la pregunta de ¿para qué sirve tu arte? Responda: Para nada, para nada.

Algo ocurre con los adverbios, ya la gente no está aquí como debería, sino que está acá.

Parecen vicios sectoriales del lenguaje, ahora se escucha “tenemos un problema puntual” o “hay que focalizar el problema”. O sea que en cada actividad intelectual, productiva o educativa se inició la maratón de sumar esos localismos.

Aunque lo que más me alarmó fue cuando en una reunión, hace algún tiempo, escuché hablar de los decisores -entiéndase los que toman decisiones-. Con esa palabreja había chocado un tiempo atrás, leyendo un documento de la ONU en una revista digital, pero evidentemente se trataba de un soberano disparate de traducción.

En el diccionario de la Real Academia (está aquí escuchando la conversación mientras escribo) existe decisorio, del latín decisus, y significa que tiene virtud para decidir. Pero a la otra palabrita no le han dado cabida.

“La culpa esta vez no es del vulgo” me comentó un amigo con aire de bardo, porque siempre de esos dislates culpan a los menos dotados de cultura, pero los mencionados son de nosotros, los más cultivados.

En todas partes cuecen habas, como dice el refrán, quizás algunos leyeron cuando una colega “creó” la palabra sociocidio, olvidando que en el idioma español hace mucho existe genocidio, un vocablo para designar lo que ella quiso.

De todas formas cuando escuchemos algo así no perdamos la oportunidad de reír, recuerden que hay criterios médicos de que la risa es muy buena para la salud.

Ríase que ellos no se molestarían para nada, para nada.

¿Me propongo ser feliz?

¿Me propongo ser feliz?

La felicidad no es una meta; es un estado de satisfacción. No puede ir al plan de trabajo, ni alcanzarse por imposiciones. No es feliz el que más tenga, sino el que disfrute lo que posee, aunque siempre sea inconmensurablemente menos que los demás.

 

Para ser feliz no basta tener dinero. Ni otras riquezas. No son necesarios un auto y una buena casa. La muestra es que el pobre cifra sus esperanzas de ser feliz para cuando tenga dinero, pero ¿y el rico que lo tiene, pero no es feliz, cómo lo resolverá?

 

La salud sí es necesaria, y ese es el punto de partida hacia la felicidad; la deben acompañar un respeto hacia los ajeno y a uno mismo, una permanente sonrisa y el espíritu solidario sincero, no el aparente.

 

La felicidad no se encuentra en los lugares a donde vamos: siempre la llevamos dentro. Quiere decir que puede estar en el desierto o en las grandes ciudades; en el barrio pobre o en la cima de la montaña; a orillas del mar o en la selva agreste.

 

Por eso debemos pensar que hoy será siempre el día más bello; que lo más fácil en la vida es equivocarse y que nuestro mayor obstáculo es el miedo. No debemos olvidar que el peor de todos los males es el egoísmo y que la distracción mayor es el trabajo.

 

Para ser felices debemos tener presente ser útiles a los demás, relegar el  mal humor y repletarnos de optimismo para obtener la necesaria paz interior. El problema está en que si no sacamos al mentiroso que como humanos podemos llevar dentro y extirpamos el rencor, difícilmente alcanzaremos a ser felices.

 

Y cuando afirmo esto último es porque la convivencia me ha demostrado que estamos rodeados de un mar de ellos, que tienen una extraordinaria capacidad para el engaño y viven con las citas de clásicos en los labios, cuando apenas conocen las obras.

 

En los estudios se considera que la forma más rápida de llegar es la recta y en la vida la vía expedita es el camino correcto, porque a ambos lados vamos sembrando amor, tranquilidad, confianza, esperanzas. A la par que vamos desbrozando los marabuzales de la incompetencia.

 La meditación es necesaria, no se puede ir por la vida arremetiendo contra todos y viendo manchas negras en los soles que nos rodean, criticando lo que no nos resulta conveniente y mientras, no aportamos a las soluciones que es lo más saludable. No se trata de frases hechas ni palabras huecas, si las razonamos y más que eso, si profundizamos en su contenido en  la práctica diaria, veremos que la felicidad puede ir junto a nosotros si nos lo proponemos.

Es necesario despertar al Pequeño Príncipe que llevamos dentro, sí el mismo que está en el libro de cuentos, y que nos aporta más enseñanzas que los años vividos, porque es la sabiduría acumulada de la sociedad.

 

La felicidad no es tratar de alcanzar a cualquier precio lo que nos falta, sino de disfrutar con intensidad lo que tenemos.

 

Recién encontré un pensamiento, no sé de quien es, que merece cerrar este trabajo: “Una persona feliz no es alguien que se halla en una determinada serie de circunstancias, sino mas bien alguien que adopta una determinada serie de actitudes”.

El castigo de ver la felicidad ajena

El castigo de ver la felicidad ajena

Che Comandante, te tengo un mensaje: el hombre que hace 40 años te asesinó en Bolivia ha sido severamente castigado. Hace solo días le impusieron el castigo de poder ver la felicidad ajena. 

La “sanción” fue aplicada por un grupo de médicos oftalmólogos  cubanos, quienes en solo unas horas lograron devolverle la vista a Mario Terán, el soldadito boliviano a quien le faltó valor para matarte y se auxilió con la bebida.

 Realmente él aguantó el arma y tiró del gatillo, aunque como una marioneta, los hilos fueron manipulados desde las oficinas de la CIA en los Estados Unidos. 

Eran muchos hilos, de unos pendía el asesino, de los otros el Gobierno y el Ejército bolivianos. Ahora este hombre ha sido castigado a VER, con una mirada recién estrenada en su ancianidad, como el pueblo boliviano paulatinamente recobra su dignidad, sus recursos naturales, su libertad plena, mientras el indio, el obrero y el hombre de la ciudad se dan la mano para caminar.

 El asesino está obligado a ver, porque lo quiso así, como su país renace de la mano de Evo Morales, y como los países vecinos: Venezuela y Ecuador avanzan derribando murallas que durante siglos construyeron el colonialismo y el imperialismo. 

Ya ni  los indígenas ni los campesinos mueren por falta de asistencia médica: Cuba ha donado los hospitales a Bolivia; el gas y el petróleo no se fugan por la puerta trasera con la trasnacionales imperiales; tampoco se roban el estaño, el cobre y los otros minerales. Che, amigo, tu lucha no fue en vano, el hombre nuevo que soñaste ya marcha por América: viste guayabera, poncho, sarape, tenida o camisa ruda de kaki y no el odioso uniforme militar de la gente de la Operación Cóndor. 

Amigo Comandante, los cubanos seguimos orgullosos de ti, por el ejemplo que nos legaste y por la forma en que hiciste brillar a nuestro país. Hoy,  nuestros pioneros quieren ser como tú, y los jóvenes también… y lo serán, América lo reclama.

Plantemos la amistad, como la más bella flor

Plantemos la amistad, como la más bella flor

La amistad es la más bella flor que se cultiva en el jardín de la vida, incluso aunque algunas tengan espinas y otras no posean precisamente el aroma que más nos agrade.Los amigos pueden ser hombres o mujeres, mascotas u objetos, lo importante es tener con quien repasar nuestras confidencias y que nunca nos traicionen; con razón un pensador dijo que: “Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.”Los amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y se esperan a oír la respuesta y que está a tu lado cuando preferiría estar en otra parte.Dicen que los amigos son como la sangre, cuando se está herido acuden sin que se los llame. Por eso no necesito amigos que cambien cuando yo cambio y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor, como diría el pensador, Plutarco.Aunque algunos se afanan en que también vale la pena conocer al enemigo; entre otras cosas por la posibilidad de que algún día se convierta en un amigo.

El hombre más rico del mundo no es el que conserva el primer dólar que ganó, sino el que conserva el primer amigo que tuvo.

Mujer

Mujer
Esto está escrito en el Talmud hebreo, libro donde recopilan los
dichos de los rabíes  a través de los tiempos, y termina diciendo:
 "...cuídate mucho de hacer llorar a una mujer, pues Dios cuenta sus lágrimas!..." La mujer salió de la costilla del hombre. No de los pies para ser pisoteada, Ni de la cabeza para ser superior, Sino del lado para ser igual... Debajo del brazo para ser protegida Y al lado del corazón para ser Amada...

Amigos

Amigos
Amigos
"Amigos, son aquellos que
se quedan dormidos
escuchando nuestras penas,
los que se ríen de nuestro
mal aspecto en un día feriado
...y no nos cae mal.
Los amigos son un remedio
a la soledad y el silencio,
son el descanso del alma
cuando la agitación de la vida
nos deja sin aliento.
A un amigo se le puede contar
lo que no nos atrevemos
a confesarnos a nosotros mismos
... y nos entiende
... nos reta,
y ... nos quiere igual.
Un amigo es una bendición
del cielo, porque el cielo
se hace presente cuando las penas
marchitan los momentos
y se oye una música,
aún cuando no la haya,
silbada en el viento,
es la voz del amigo que
ha llegado a tiempo"

¡GRACIAS POR BRINDARME TU AMISTAD!

La peor enemiga

La peor enemiga Por: Ramón Brizuela Roque

Si el perro se ha ganado el epíteto de mejor amigo del hombre, no hay dudas entonces de que la rana es la peor enemiga de la mujer.


 
Nadie ha podido explicarme la causa, pero desde que la rana es rana y Eva habitaba en el paraíso empezaron las contradicciones. Con Adán no hubo problemas, su preferencia era por las manzanas.

No es lo mismo el jau jau esperanzador para el caminante nocturno, que en esa onomatopéyica expresión reconoce un sonido amigo, que el croac croac como una música diabólica que llega al oído femenino, casi igual que cuando la vecina chismosa le dice al verla llegar furtiva: te vi, te vi.Se estiman en unas 3 800 las especies de ranas y sapos conviviendo en el mundo, desde la pequeña que no excede los 10 milímetros y que solo existen en Cuba y Brasil, hasta las grandes de 30 centímetros y casi tres kilogramos de peso.

Con excepción de las venenosas, con un hábitat que se extiende desde Nicaragua hasta Bolivia y el sur de Brasil, las restantes son inofensivas, a tal punto que hasta se las come la gente, digo regularmente la predilección por las ancas empanizadas es de los hombres.

 Las ranas desde sus orígenes han tratado de confraternizar con las damas, buscan su amistad, fíjense que siempre están tratando de colárseles en su malanguitas y demás maticas húmedas del jardín, pero que va, enseguida la mujer llama al marido y con total histeria empieza “!Bótala... mátalaaa!” ¡Échale sal en los ojos!. Se imaginan, sal en los ojos, cuanta crueldad.

He vivido la experiencia de cuando residía en un quinto piso. A veces, a media noche, se colaban a hurtadillas en el balcón, y en cuanto mi esposa las detectaba empezaba el arrebato, “tírala tírala, ya volvió” sin entrar en razones de que estábamos a la altura de una quinta planta y que no era la misma de la noche anterior.

Por supuesto, a esa hora no había mucho que discutir, la tomaba en mi mano mientras ella tranquila, fría, con su gran boquita apretada, me miraba con su grandes ojotes saltones pidiendo misericordia; quizás pensaba: “esta señora no reconocerá cuanto trabajo para llegar aquí arriba, para que ahora me lancen como a un paracaidista suicida”.

 Fíjense cuanta discriminación, hasta para escoger el nombre de personajes, por ejemplo existe “Sandokan, el tigre de la Malasia”, “El león del desierto”, los caciques Toro Salvaje y Caballo Loco, “El Vampiro de Dusseldorf”, pero a nadie se le ha ocurrido ponerse “El capitán ranita”.

Otra muestra de los sanos propósitos de los animalitos que para confraternizar hasta han hecho concesiones, ellos todos son ranitas, hasta los machos. No es el caso de los sapos, esos no entran en esas blandenguerías, ellos son puros machotes, no andan metiéndose en las malanguitas, cuando cantan lo hacen con voz bien gorda, y son sapos y sapas, no ranita hembra y ranita macho, porque eso los demerita, vaya los afloja ante las demás especies del reino animal.Las mujeres pueden ver una manada de elefantes en estampida y ni se inmutan; se desboca un caballo salvaje y casi no le prestan atención, pero que no se cuele una ranita en la sala cuando están viendo la novela, es peor que si llegara Nazaret, la de Señora del destino.

No creo que haya nada que cause más revuelto en un grupo femenino que una rana, digo con excepción de que pase alguna amiga con un vestido algo pasado de moda o unos zapatos ridículos.

Las ranas han sido causa de momentos críticos, por ejemplo me contaron de una señora que en la madrugada vociferaba aterrada “Marcelo bota ese bicho”. El hombre, que realmente le tenía temor, se levantó de un tirón la devolvió al jardín y encaró a su esposa: ¿Quién es Marcelo? . Dicen que después de un prolongado silencio, detrás del sonado portazo una voz femenina decía ¡ay Antonio perdona”.

Sin embargo, ni aún así es para que las ranas sean tan odiadas por las mujeres, son tan inofensivas que ni dientes tienen, son como niños en eterna lactancia. Además, no son tan feas, yo tengo amigas que tienen también ojos verdes, y en cuanto a cuerpo no pueden competir con una Rana Toro bien comida.

  El problema es la frialdad, están en un eterno invierno, pero si fueran calientes seguro les buscaban un pretexto, realmente con la gente nunca se queda bien, así dirán los batracitos. Habría que hacer un trueque y pasar al perro como el mejor amigo de la mujer y la rana acercarla al hombre. Luego no quiero celos cuando empiecen las pintaderas de rojo de sus bocazas y el delineador en sus ojazos.

La virtud en ti mamá

La virtud en ti mamá Fuente infinita de ternura y sensibilidad, refugio de todos;  profesa cariño leal, y el más puro afecto. Siempre está presta  a darse  sin esperar nada a cambio.Su savia se multiplica; como un riachuelo corre sereno arrastrando en el cauce de sus aguas mansas todo tipo de semillas que cuida con esmero hasta que fructifiquen; en ellas crece el decoro aprendido de su entrega.Con la chispa de sus ojos cansados  penetra  escudriñando en el pensamiento de los hijos, adivinando aquello que los aflige y los acompaña en el largo viaje de la existencia.Aconseja, redime,  alivia con la más suave palabra como bálsamo y la más tierna mirada; aprovechaese don divino que le dio la Naturaleza para acoger en su seno a tantas criaturas a quienes guía y prepara para crecer. El perdón siempre está en el abismo de su corazón.Cuando nos agobian los problemas nos hace sentir confianza en que aún nos queda por escribir las páginas más hermosas del libro de nuestras vidas.Sin ella los días no tendrían sol, las noches no tendrían luna ni estrellas. Todo sería un árido desierto sin oasis.Por eso y porque es amor, paciencia infinita, recuerdo imborrable, porque es esperanza y respeto no nos cansamos de darle las gracias por existir a la diosa más sagrada de nuestro Olimpo: Mamá.

¡Ríase!, no sea grande

¡Ríase!, no sea grande

Por Ramón Brizuela Roque

Qué lastima llegar a adulto, porque se pierde el candor y el tesoro más preciado de la niñez: la risa. Por lo menos eso dice un estudio de científicos alemanes.

Y no dudo que eso sea así. ¿Ustedes no han oído nunca cuentos alemanes?. Hay que ser muy niño para reírse señores, y esto no es xenofobia.

La risa es un bálsamo para el alma, pero que lo perjudica el almanaque. La susodicha investigación dice que los niños son capaces de reír unas 400 veces al día y los adultos, lo hacen como promedio en 15 ocasiones.

Evidentemente los pequeños no ven los precios en los mercados, ni conocen todavía lo que es llevar una casa, alimentar cuatro o cinco bocas, ponerles ropa a cinco cuerpos y zapatos a 10 pies, digo yo si se van a reír.

Cuando más cerca estamos del suelo no es más fácil reír, pero en la medida que nos despegamos llega la escuela, los deberes escolares, el viaje a la bodega, los exámenes, la noviecita y otras complicaciones más que aumentan el número de lamentos, interjecciones, exabruptos… que le roban espacio a la boca.

Luego de mayor, con las obligaciones laborales y sociales, menos ganas dan de reír y entonces los científicos la cogen con la gente grande. Como si con ser adultos no fuera ya suficiente.

Hace mucho, muchísimo, que se sabe lo beneficiosa que resultaba la risa, fíjense si es así que en las cortes medievales los únicos que se reían de cualquier cosa y tenían la virtud de mantener la cabeza sobre sus hombros eran los Reyes y los arlequines, ¿los demás? Si lo hacían era a todo riesgo, como la búsqueda de petróleo por algunas compañías.

Charles Chaplin, escribió un gran poema sobre la risa y nosotros, los periodistas, siempre hemos estado rogando aunque sea una giocondesca y ligerísima ondulación de la comisura labial en recepcionistas, jefes, porteros y una gama de personas adultas que no cumplen la norma de 15 risitas al día, según reclama el estudio germano.

Un magnífico médico pediatra norteamericano, Hunter Patch Adams, apoya sus tratamientos a los infantes, a partir de la risa, al punto que en su clínica él y todo su personal visten de payasos porque están convencidos de que los niños reciben mejor las terapias.

La risa conserva la lozanía del rostro, siempre y cuando no se ría de un tonto equivocado, que en los años mozos haya sido boxeador; da un efecto de brillo en la mirada; ensancha las vías respiratorias cuando se trata de carcajadas, y realmente ennoblece el alma.

Las risa incluso tuvo ( y tiene) una importancia mimética cuando en política y religión, los intelectuales no encontraban formas de decir las verdades, y se escudaban detrás del humor, con el propósito de a la gente hacer reír y pensar.

Los hay que especulan que los que se ríen no piensan, por eso cuando llevan a sus niños al circo o al teatro, tienen un rostro adusto, tenebroso, el mismo que usan cuando se reúnen con sus subalternos o cuando dan una orden.

Hay otros que son tan serios, pero tan serios que tal parece que no nacieron niños, que llegaron a la vida así de grandes, con bigotes, espejuelos, cuatro lápices en el bolsillo y una gordísima libreta para anotar sus citas y obligaciones.

¿Saben el cuento del cura serio, que llegó al pueblo de Pepito?.
Dicen que el diálogo fue más o menos así:

-Oye rapaz, cómo voz se llama.
-Padre, yo no me llamo, los demás me dicen Pepe.
-Y adónde va esta calle.
-Padre, la calle no va, somos nosotros los que vamos por ella.
-Y aquí entonces no ha nacido nadie grande, inteligente…
-No Padre, aquí tos’nacimos chiquitos, pero luego crecemos.
El cura ya incómodo le espetó:
-Rapaz, que hacen con los hijos de p… en este pueblo.
A lo que Pepito replicó antes de echar a correr:
-Los metemos a cura Padre.

De acuerdo con el estudio de los alemanes, si usted ahora se rió conserva la dulzura de la niñez, que tanto necesitamos; si no, entonces usted es una perfecta persona grande, o mejor dicho un imperfecto adulto.

¿Qué es la ternura?

¿Qué es la ternura?

Sentimos ternura hacia los diversos seres con los cuales nos sentimos tan unidos, que somos poco menos que capaces de ponernos en su lugar y experimentar en nuestro propio "yo" su estado interior.

En las relaciones entre personas aparecen a la vez una imposibilidad y una necesidad de comprensión de los estados interiores mutuos, de su alma, con la posibilidad y la necesidad de manifestarlas. Ternura es una sensibilidad para con los estados del alma del otro.

La ternura es una actitud afectiva interior y no se limita a las manifestaciones externas, que pueden ser puramente convencionales. Por el contrario, siempre es individual, interior e íntima, rehuye las miradas, por
lo menos hasta cierto punto, es púdica.

No puede manifestarse libremente más que respecto de aquellos que la comprenden y sienten.

Si las manifestaciones de ternura sirven para satisfacer sobre todo nuestras necesidades de afectividad, el desinterés desaparece.

Un cierto utilitarismo entra en el amor humano. Hay que vigilar para que las diversas manifestaciones de la ternura no se transformen en medios de satisfacer las necesidades sexuales. De modo que no puede prescindirse de un verdadero dominio de sí, que viene a ser el índice de la sutileza y la delicadeza interior de la actitud para con la persona de sexo diferente. Mientras la sensualidad incita al placer y la persona por ella dominada no ve ni siquiera que puede haber otro sentido y otro estilo de relaciones entre el hombre y la mujer, la ternura revela este sentido y estilo, vigilando, enseguida para que no se pierdan.

Todos aquellos que tienen una necesidad particular de ternura -los débiles, los enfermos, los que padecen física o moralmente- tienen derecho a ella.

Los niños, para quienes la ternura es un medio natural de manifestar el amor (no sólo para ellos, por otra parte) tienen un derecho particular al cariño.

Por consiguiente, es necesario aplicar a estas manifestaciones, sobre todo exteriores, una medida única, la del amor de la persona.

El amor de la persona y entre las personas ha de reunir la ternura y una cierta firmeza e intransigencia.

En otro caso, se convertirá en enternecimiento, sensiblería y debilidad.

No ha de olvidarse que el amor humano es también una lucha por el ser humano y por su bien.

No están moralmente justificadas más que las formas de ternura que corresponden plenamente al verdadero amor de la persona y no lo están cuando se deben a la afectividad o sensualidad. A menudo la "ternura" prematura destruye el amor y la familiaridad excesiva es una forma de placer sexual.

Sólo por la templanza, la castidad y la continencia se forma y desarrolla la ternura.

Es peligroso experimentar el amor de forma superficial y, al mismo tiempo, usar esta "materia" de la que están formados el hombre y la mujer.

En tal caso ni el hombre ni la mujer podrán alcanzar el bien esencial ni el aspecto objetivo del amor, sino que se quedarán en las manifestaciones puramente subjetivas, sin extraer de ellas más que un placer inmediato.

En vez de comenzar siempre de nuevo y de crecer, semejante amor se interrumpe continuamente y acaba.

La ternura es el arte de "sentir" a la persona, al ser humano en su totalidad.

La ternura crea una atmósfera interior de armonía y comprensión mutua.

La mujer espera ternura del hombre y tiene un derecho particular a esa ternura en el matrimonio, donde se da al hombre y vive esos momento y períodos tan difíciles e importantes de su existencia que son el embarazo, el parto y todo lo que con ellos se relaciona.

Su vida afectiva es, en general, más rica que la del hombre y, por consiguiente, tiene mayor necesidad de ternura y cariño.

El hombre también lo necesita, pero bajo otra forma y en distinta medida.

En ambos, la ternura crea la convicción de que no están solos y de que su vida es compartida por el otro.

Semejante convicción es para ellos una gran ayuda y refuerza la conciencia que tienen de su unión.

No puede haber una verdadera ternura sin una verdadera continencia, que tiene su origen en la voluntad siempre dispuesta a amar y triunfar de la actitud de placer que la sensualidad y la concupiscencia tratan de imponer.

El amor del hombre y la mujer no puede construirse más que por medio del sacrificio de sí mismo y del renunciamiento.