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El castigo de ver la felicidad ajena

El castigo de ver la felicidad ajena

Che Comandante, te tengo un mensaje: el hombre que hace 40 años te asesinó en Bolivia ha sido severamente castigado. Hace solo días le impusieron el castigo de poder ver la felicidad ajena. 

La “sanción” fue aplicada por un grupo de médicos oftalmólogos  cubanos, quienes en solo unas horas lograron devolverle la vista a Mario Terán, el soldadito boliviano a quien le faltó valor para matarte y se auxilió con la bebida.

 Realmente él aguantó el arma y tiró del gatillo, aunque como una marioneta, los hilos fueron manipulados desde las oficinas de la CIA en los Estados Unidos. 

Eran muchos hilos, de unos pendía el asesino, de los otros el Gobierno y el Ejército bolivianos. Ahora este hombre ha sido castigado a VER, con una mirada recién estrenada en su ancianidad, como el pueblo boliviano paulatinamente recobra su dignidad, sus recursos naturales, su libertad plena, mientras el indio, el obrero y el hombre de la ciudad se dan la mano para caminar.

 El asesino está obligado a ver, porque lo quiso así, como su país renace de la mano de Evo Morales, y como los países vecinos: Venezuela y Ecuador avanzan derribando murallas que durante siglos construyeron el colonialismo y el imperialismo. 

Ya ni  los indígenas ni los campesinos mueren por falta de asistencia médica: Cuba ha donado los hospitales a Bolivia; el gas y el petróleo no se fugan por la puerta trasera con la trasnacionales imperiales; tampoco se roban el estaño, el cobre y los otros minerales. Che, amigo, tu lucha no fue en vano, el hombre nuevo que soñaste ya marcha por América: viste guayabera, poncho, sarape, tenida o camisa ruda de kaki y no el odioso uniforme militar de la gente de la Operación Cóndor. 

Amigo Comandante, los cubanos seguimos orgullosos de ti, por el ejemplo que nos legaste y por la forma en que hiciste brillar a nuestro país. Hoy,  nuestros pioneros quieren ser como tú, y los jóvenes también… y lo serán, América lo reclama.

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